lunes, 11 de enero de 2010

NOSTALGIEDAD – Cat Stevens

He amanecido raro este año. Se puede decir que llevo un par de semanas escuchando solo música de los 60 y 70 (con esto quiero decir lo que escucho en mi casa/trabajo, no que me ponga las manos en las orejas cuando salgo a la calle).

Y realmente no se a que se debe, pero no es algo premeditado, me lo pide el cuerpo. Igual es cosa del clima este desapacible que estamos sufriendo, no se, tendré que organizar una reunión conmigo mismo para hallar los motivos.



Sea como sea, estoy disfrutando. Estoy viajando de los Rolling Stones a Janis Joplin, pasando por la Creedence y The Doors. Así que estos días voy a intentar ir poniéndoles al día de lo que mi psique demanda, en forma de breve comentario y link.

(Nota del autor: Es tradición que el autor de este espacio diga que va a hacer algo y luego no lo cumpla. Se que es parte del encanto del blog, pero este año me he propuesto cumplir todo a lo que me comprometa, o al menos intentarlo con tantas fuerzas como me sea posible)

Creo además que es el mejor momento, puesto que ahora mismo no hay muchos lanzamientos de discos que requieran nuestra atención (Heligoland de Massive Attack, podría ser uno), y apenas dos o tres conciertos realmente interesantes (Dinosaur Jr., Arctic Monkeys y los tremendos Vampire Weekend, engrosarían esta lista).

Así que para inaugurar esta pequeña empresa voy a comenzar por lo que más me ha sorprendido, y es que haya vuelto a escuchar al gran Cat Stevens, que de hecho tiene una de mis canciones favoritas de siempre.


La historia de este personaje es por todos conocida: Ser humano extremadamente tierno y con mucha sensibilidad artística que lo convierte en cantautor para desahogar su pena interior para con el mundo que lo rodea. Debido a que tiene talento triunfa (no confundir con los guitarritas destalentados que poblan el Retiro o incluso algunas pequeñas salas de conciertos), así que el muchacho empieza a hacer muchas y buenas canciones. Éxito, que lo lleva a la dispersión moral evidente en estos casos.

Hasta aquí todo estupendo, pero como a las personas especiales les pasan cosas especiales (¿o es al revés?), pues le ocurre algo que lo cambia todo.

Una noche de un día normal, de esos que están marcados en negro en el calendario, a las 3 de la mañana, recibe una llamada de teléfono. Se levanta sobresaltado, primero por el susto porque no son horas de llamar y luego porque al otro lado del teléfono esta el mismo Mahoma. Este le dice que lo que de verdad mola es el islamismo y que tiene que convertirse. Cat acepta porque el cristianismo tampoco le convencía mucho, y que te llame el presidente de la competencia en persona siempre se agradece.
Además para darle el toque definitivo de genialidad a este movimiento empresarial se cambia el nombre a Yusuf Islam.




A partir de ese momento, se le pegan más palos que a una estera, desde ciertos sectores de la sociedad (se pueden imaginar desde cuales). Pero ciertamente a él le importa un pepino, porque se ha retirado del mercado musical y se ha encontrado a si mismo.

    ‘Dios entra en cada persona por una puerta privada’
                                                        (Ralph Waldo)

‘Un hombre sin religión es como un pez sin bicicleta’
                                                            (Anónimo)

En realidad, prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire.
                                                                                                   (Woody Allen)

Quédense con la frase que quieran. Yo me voy a quedar con Cat Stevens, con Yusuf Islam y con una de las mejores canciones de siempre.



Por cierto, presten atención a la letra y no me digan que no es perfecta.

También les dejo Wild World en directo, otra maravilla, que después de todo el debate moral, se la han ganado.


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